Iglesia Pentecostal Unida Latinoamericana Baltimore, MD. Martes 1 de Octubre de 2019
REDENCIÓN
¡Pero tú eres nuestro padre! Aunque Abraham nos ignore e Israel no nos reconozca, tú, Jehová, eres nuestro padre. Redentor nuestro es tu nombre desde la eternidad. (Isaías 63:16).
La manera más sencilla de explicar la unicidad de Dios.
Cuando era niño nos explicaban en la clase de Escuela Dominical la redención con la historia de un niño que hizo un barquito de madera muy lindo, tan lindo que grabó con orgullo en la madera. Pero jugando con su barquito, un día de lluvia, la corriente del agua se lo llevó y el niño no pudo alcanzarlo. Lo perdió. Pasó el tiempo, y en cierta ocasión, caminando por el centro del pueblo el niño vio en una vitrina de un almacén de juguetes un barquito de madera que parecía el suyo. Tenía otro aspecto, lucía otros colores, se notaba que lo habían retocado antes de ponerlo en venta; pero parecía el suyo. Entro a preguntar por el barquito y una vez lo tuvo en sus manos pudo notar que aún se veía grabado su nombre en la madera, no había duda era el suyo; con gusto pagó por el costo y recuperó aquello que él mismo había creado.
¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!
Gracia y Paz
Adonay Rojas Ortiz
Pastor
7869853401
8301 Liberty Rd,
Windsor Mill, MD 21244
Miércoles 7 PM
Domingos 8 AM
https://www.facebook.com/pentecostalesdebaltimore/
pentecostalesdebaltimore@gmail.com
-- REDENCIÓN
¡Pero tú eres nuestro padre! Aunque Abraham nos ignore e Israel no nos reconozca, tú, Jehová, eres nuestro padre. Redentor nuestro es tu nombre desde la eternidad. (Isaías 63:16).
La manera más sencilla de explicar la unicidad de Dios.
Cuando era niño nos explicaban en la clase de Escuela Dominical la redención con la historia de un niño que hizo un barquito de madera muy lindo, tan lindo que grabó con orgullo en la madera. Pero jugando con su barquito, un día de lluvia, la corriente del agua se lo llevó y el niño no pudo alcanzarlo. Lo perdió. Pasó el tiempo, y en cierta ocasión, caminando por el centro del pueblo el niño vio en una vitrina de un almacén de juguetes un barquito de madera que parecía el suyo. Tenía otro aspecto, lucía otros colores, se notaba que lo habían retocado antes de ponerlo en venta; pero parecía el suyo. Entro a preguntar por el barquito y una vez lo tuvo en sus manos pudo notar que aún se veía grabado su nombre en la madera, no había duda era el suyo; con gusto pagó por el costo y recuperó aquello que él mismo había creado.
¡Que el Señor Jesucristo nos regale a todos un hermoso día hoy!
Gracia y Paz
Adonay Rojas Ortiz
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