"¡Qué buena palabra!" es un devocional mensual que el Seminario Teológico de Dallas ha creado especialmente para ayudarnos a entender una palabra griega o hebrea en mayor profundidad, una palabra que sea relevante en la actualidad. Esperamos que disfrutes de estos correos.
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En una escena que encontramos en los evangelios, vemos a un hombre rico que se encontró con Jesús por el camino y le llamó y le preguntó: «Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» (Marcos 10:17 RVR60). Jesús se quedó con la palabra «bueno» y no respondió a la pregunta de este hombre sobre la vida eterna hasta explicar acerca de su bondad: «¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios» (Marcos 10:18). Igual que este hombre rico, nosotros mismos también solemos usar la palabra «bueno» sin pensar demasiado en lo que significa de verdad. Jesús define «bueno» como el carácter de Dios y quería que el hombre entendiera que estaba hablando con alguien que realmente es bueno: Dios mismo.
La palabra griega que se ha traducido como «bueno» en este pasaje es el adjetivo ἀγαθός (agathos). Tiene un sinónimo que es la palabra καλός (kalos); estas dos palabras se usan de forma casi idéntica en el Nuevo Testamento, aunque a veces καλός enfatiza algo que es atractivo (la belleza) o algo que se ve que es bueno. En Mateo 7:17 estos dos términos para «bueno» aparecen juntos: «todo buen (ἀγαθός) árbol da buenos (καλός) frutos».
Pero el hombre rico estaba preocupado con cómo conseguir la vida eterna. La Biblia nos dice que Dios salva a las personas no por obras sino para «buenas (ἀγαθός) obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas» (Efesios 2:9-10).
Dios redime a los creyentes para representarle como pueblo especial que está «celoso de buenas (καλός) obras» (Tito 2:14). La intención de estas buenas obras que Dios ha preparado para los creyentes es traer a otros a Él, como dijo Jesús: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas (καλός) obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5:16).
La bondad de Dios sobresale para cumplir con necesidades físicas sirviendo los unos a los otros «haciendo con sus manos lo que es bueno (ἀγαθός), para que tenga qué compartir con el que padece necesidad» (Efesios 4:28). De la misma forma, la bondad de Dios obra a través de nosotros para cubrir necesidades espirituales cuando nuestras palabras son buenas (ἀγαθός) «para la necesaria edificación» (Efesios 4:29).
Dios tiene buenas obras para que hagamos y obra todo para nuestro bien. Cuando la Biblia dice: «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien (ἀγαθός), esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Romanos 8:28), no debemos imaginarnos que esto quiere decir que las cosas saldrán como nosotros queremos. Sino, que Dios es quien, a través de la adversidad y la oposición a la que nos enfrentamos en esta vida, está haciendo Su buena voluntad en nosotros para ser «hechos conformes a la imagen de su Hijo» (Romanos 8:29).
Por tanto, seamos transformados por nuestro buen Dios y estemos listos para hacer las buenas obras que Dios nos da para que el mundo vea lo gloriosos que es nuestro «maestro bueno».
J. William Johnston
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Antes de que el Dr. Johnston se convirtiera, dudaba de la exactitud de las traducciones de la Biblia y, por lo tanto, de la integridad de la Biblia. Después de convertirse decidió que la única forma de saber si las traducciones eran de fiar era aprender los idiomas originales. Después de estudiar los clásicos en la universidad de Texas, vino a DTS y descubrió que enseñar era su pasión. Sus intereses de investigación son la gramática y sintaxis griega y los estudios joánicos. |
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