viernes, 12 de febrero de 2016

Providencia (evidencias y repercusiones)

Providencia (evidencias y repercusiones)


Esta fuerte convicción satura toda la Biblia. Podemos analizar aquí las líneas principales. 

a. La providencia y el orden natural 

  • Dios dirige todas las fuerzas naturales: 
    Él es quien cubre de nubes los cielos, el que prepara la lluvia para la tierra, el que hace a los montes producir hierba. Él da a la bestia su mantenimiento y a los hijos de los cuervos que claman. (Sal. 147.8s);  
  • Gobierna a los animales salvajes: (Job 38–41), y todos los sucesos mundiales, grandes y pequeños, desde las tormentas eléctricas (Job 37; Sal. 29) y las plagas (Ex. 7.3–11.10; 12.29ss; Jl. 2.25), hasta la muerte de un pajarillo (¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el permiso de vuestro Padre. Mt. 10.29) o la caída de una suerte (Las suertes se echan en el regazo, pero la decisión es de Jehová. Pr. 16.33).  
  • La vida física de hombres y animales es don de su gracia, que puede dar o quitar a su antojo: 

pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás. Gn. 2.17;  

Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. 1 S. 1.27;  

Él debilitó mi fuerza en el camino;  

acortó mis días. Sal. 102.23;  

Escondes tu rostro, se turban;  

les quitas el hálito, dejan de ser  

y vuelven al polvo.  

Envías tu espíritu, son creados  

y renuevas la faz de la tierra. Sal. 104.29–30;  

Herencia de Jehová son los hijos;  

cosa de estima el fruto del vientre. Sal 127.3;  

Hijo de hombre, he aquí que yo te quito de golpe la delicia de tus ojos; no hagas lamentación ni llores ni corran tus lágrimas. Reprime el suspirar, no hagas luto por los muertos, cíñete el turbante, ponte los zapatos en los pies y no te cubras con rebozo ni comas pan de enlutados. Ez. 24.16ss;  

sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido; hiciste traer ante ti los vasos de su Casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas bebisteis vino de ellos; además diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven ni oyen ni saben; pero nunca honraste al Dios en cuya mano está tu vida y de quien son todos tus caminos. Dn. 5.23.  

  • como también ocurre con la salud y la enfermedad: (Apartará Jehová de ti toda enfermedad, y ninguna de las malas plagas de Egipto que tú conoces hará caer sobre ti, sino que las hará caer sobre todos los que te aborrezcan. Dt. 7.15; Jehová te herirá con la úlcera de Egipto, con tumores, con sarna y con comezón de que no puedas ser curado…  Dt. 28.27),  
  • la prosperidad y la adversidad (el "mal", ¿Se tocará la trompeta en la ciudad y no se alborotará el pueblo? ¿Habrá algún mal en la ciudad, que Jehová no haya enviado? Am. 3.6; Yo formo la luz y creo las tinieblas, hago la paz y creo la adversidad. Solo yo, Jehová, soy el que hago todo esto. Is. 45.7), etc. 

Como se considera que la regularidad del orden natural depende directamente de la voluntad de Dios ( »Mientras la tierra permanezca no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche» Gn. 8.22), la Biblia no tiene dificultad alguna con la existencia de irregularidades milagrosas ocasionales; Dios hace lo que quiere con su mundo, y nada es demasiado difícil para él (¿Acaso hay alguna cosa difícil para Dios? Al tiempo señalado volveré a ti, y para entonces Sara tendrá un hijo. Gn. 18.14). 

El gobierno providencial de Dios en el orden creado proclama su sabiduría, su poder, su gloria, y su bondad: 

¡Jehová, Señor nuestro,  

cuán grande es tu nombre en toda la tierra!  

¡Has puesto tu gloria  

sobre los cielos! Sal. 8.1;  

Los cielos cuentan la gloria de Dios  

y el firmamento anuncia la obra de sus manos.  

Un día emite palabra a otro día  

y una noche a otra noche declara sabiduría.  

No hay lenguaje ni palabras  

ni es oída su voz.  

Por toda la tierra salió su voz  

y hasta el extremo del mundo sus palabras. 

En ellos puso tabernáculo para el sol;  

y este, como esposo que sale de su alcoba,  

se alegra cual gigante para correr el camino. 

De un extremo de los cielos es su salida  

y su curso hasta el término de ellos.  

Nada hay que se esconda de su calor. Sal. 19.1–6;  

Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas y se lanzaron entre la multitud, gritando y diciendo:  

—¿Por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay. En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar por sus propios caminos; si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. Hch. 14.14–17 

El hombre que frente a esta revelación no reconoce a Dios no tiene excusa (porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó: Lo invisible de él, su eterno poder y su deidad, se hace claramente visible desde la creación del mundo y se puede discernir por medio de las cosas hechas. Por lo tanto, no tienen excusa, Ro. 1.19 y 20). 

La Biblia nos presenta el cumplimiento constante de los benevolentes propósitos de Dios en la naturaleza como algo digno de alabanza en sí mismo (Sal. 104; 147) y como garantía de que él es el Señor de la historia humana, y que cumplirá sus benevolentes promesas en esa esfera también (Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que agita el mar y braman sus olas; Jehová de los ejércitos es su nombre. Jer. 31.35ss; Jer. 33.19–26). 

b. La providencia y la historia mundial 

Desde la caída Dios viene llevando a cabo un plan de redención. Este plan gira alrededor de la primera venida de Cristo, y culminará cuando regrese por su pueblo. Su propósito es la creación de una iglesia mundial en la que judíos y gentiles reciben su parte de la gracia de Dios en condiciones de igualdad: 

pues por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente. Al leerlo podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, el cual en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio, del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la acción de su poder.  

 A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las insondables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea el plan del misterio escondido desde los siglos en Dios, el creador de todas las cosas, para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús, nuestro Señor. Ef. 3.3–11, 

y por medio de este propósito lograr la reintegración del cosmos desordenado: 

porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. La creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza. Por tanto, también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora. Ro. 8.19ss, 

Todo se consumará bajo el reinado de Cristo en su segunda venida: 

Por eso Dios también lo exaltó sobre todas las cosas 

y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 

para que en el nombre de Jesús  

se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; 

y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, 

para gloria de Dios Padre. Fil. 2.9ss;  

y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas,  

así las que están en la tierra como las que están en los cielos, 

haciendo la paz mediante la sangre de su cruz. Col. 1.20;  

Luego el fin, cuando entregue el Reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y todo poder.  

Preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte, porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero, luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos. 1 Co. 15.24ss 

Por medio del reinado actual de Cristo y su triunfo futuro se cumplen todas las profecías veterotestamentarias del reino mesiánico de Dios: 

Saldrá una vara del tronco de Isaí;  

un vástago retoñará de sus raíces  

y reposará sobre él el espíritu de Jehová:  

espíritu de sabiduría y de inteligencia, 

espíritu de consejo y de poder,  

espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. 

Y le hará entender diligente en el temor de Jehová.  

No juzgará según la vista de sus ojos  

ni resolverá por lo que oigan sus oídos,  

sino que juzgará con justicia a los pobres  

y resolverá con equidad a favor de los mansos de la tierra.  

Herirá la tierra con la vara de su boca  

y con el espíritu de sus labios matará al impío. 

Y será la justicia cinto de sus caderas, 

y la fidelidad ceñirá su cintura.  

Morará el lobo con el cordero, 

y el leopardo con el cabrito se acostará;  

el becerro, el león y la bestia doméstica andarán juntos, 

y un niño los pastoreará.  

La vaca pacerá junto a la osa,  

sus crías se recostarán juntas;  

y el león, como el buey, comerá paja.  

El niño de pecho jugará  

sobre la cueva de la cobra;  

el recién destetado extenderá su mano  

sobre la caverna de la víbora.  

No harán mal ni dañarán  

en todo mi santo monte, 

porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová,  

como las aguas cubren el mar. Is. 11.1–9;  

En los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre. Dn. 2.44;  

»Miraba yo en la visión de la noche,  

y vi que con las nubes del cielo 

venía uno como un hijo de hombre;  

vino hasta el Anciano de días,  

y lo hicieron acercarse delante de él.  

Y le fue dado dominio, gloria y reino,  

para que todos los pueblos,  

naciones y lenguas lo sirvieran; 

su dominio es dominio eterno,  

que nunca pasará;  

y su reino es uno que nunca será destruido. Dn. 7.13 y 14 

Así que el tema que unifica toda la Biblia es el ejercicio por Dios de su condición de Rey en el establecimiento de su reino.  

No hay enemigo que pueda entorpecer sus planes; se ríe ante toda oposición a sus planes (El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos. Sal. 2.4), y aún más, utiliza toda oposición para el logro de sus propios fines: 

que por boca de David tu siervo dijiste:  

»"¿Por qué se amotinan las gentes  

y los pueblos piensan cosas vanas?  

Se reunieron los reyes de la tierra  

y los príncipes se juntaron en uno  

contra el Señor y contra su Cristo". 

»Y verdaderamente se unieron en esta ciudad Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera. Hch. 4.25–28, que cita el Sal. 2.1s).  

La culminación de la historia será el derrocamiento de quienes luchan contra Dios y su reino, como nos lo demuestra el libro de Apocalipsis (Ap. 19, etc.). 

Pablo analiza los pasos del plan de Dios en función de las relaciones entre judíos y gentiles, y entre la ley y la gracia en . 3; Ro. 9–11; Ef. 2.12–3.11. 

c. La providencia y las circunstancias personales 

Dios le dijo a Israel como nación que los prosperaría mientras fueran fieles, pero que si pecaban les ocurriría desastres: 

»Pero si no me escucháis ni cumplís todos estos mandamientos, si despreciáis mis preceptos y vuestra alma menosprecia mis estatutos, si no ponéis en práctica todos mis mandamientos e invalidáis mi pacto, yo también haré con vosotros esto: enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma. Sembraréis en vano vuestra semilla, pues vuestros enemigos la comerán. Pondré mi rostro contra vosotros y seréis heridos delante de vuestros enemigos. Los que os aborrecen se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga. Lv. 26.14ss;  

Pero acontecerá, si no oyes la voz de Jehová, tu Dios, y no procuras cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te ordeno hoy, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones.  

»Maldito serás tú en la ciudad y maldito en el campo.  

»Maldita serán tu canasta y tu artesa de amasar.  

»Maldito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas.  

»Maldito serás en tu entrar y maldito en tu salir. Dt. 28.15ss 

Ha ocasionado problemas el tratar de entender la fortuna de determinados israelitas individuales a la luz de este principio:  

  1. ¿Por qué permite Dios que prospere el impío, aun cuando convierte al justo en víctima?  
  1. ¿Y por qué tantas veces el desastre recae sobre los que temen a Dios? 

Siempre se contesta la primera pregunta con la afirmación de que el impío sólo prospera por un momento; pronto se ocupará de ellos Dios, y ejercerá venganza: 

Sal. 37 (leerlo) 

Pero al malo dijo Dios:  

«¿Qué tienes tú que hablar de mis leyes  

y tomar mi pacto en tu boca?,  

pues tú aborreces la corrección  

y echas a tu espalda mis palabras. 

Si veías al ladrón, tú corrías con él,  

y con los adúlteros era tu parte.  

Tu boca metías en mal  

y tu lengua componía engaño.  

Tomabas asiento y hablabas contra tu hermano;  

contra el hijo de tu madre ponías infamia.  

Estas cosas hiciste y yo he callado;  

pensabas que de cierto sería yo como tú;  

¡pero te reprenderé  

y las pondré delante de tus ojos!  

Entended ahora esto, los que os olvidáis de Dios,  

no sea que os despedace y no haya quien os libre.  

El que ofrece sacrificios de alabanza me honrará,  

y al que ordene su camino,  

le mostraré la salvación de Dios». Sal. 50.16–21;  

hasta que, entrando en el santuario de Dios,  

comprendí el fin de ellos.  

Ciertamente, los has puesto en deslizaderos,  

en asolamiento los harás caer.  

¡Cómo han sido asolados de repente!  

¡Perecieron, se consumieron de terrores!  

Como sueño del que despierta,  

así, Señor, cuando despiertes, menospreciarás su apariencia. Sal. 73.17ss,  

Aunque Dios por el momento pueda contener su ira, a fin de darles una mayor oportunidad de arrepentimiento: 

Y tú, hombre, que juzgas a los que hacen tales cosas y haces lo mismo, ¿piensas que escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y generosidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en hacer el bien, buscan gloria, honra e inmortalidad; pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia. Tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, sobre el judío en primer lugar, y también sobre el griego; en cambio, gloria, honra y paz a todo el que hace lo bueno: al judío en primer lugar y también al griego, porque para Dios no hay acepción de personas. Ro. 2.4s;  

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 2 P. 3.9;  

Yo le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. Ap. 2.21 

Aparecerá un día en que se ejecutarán las sentencias pospuestas. El NT identifica el día de la visitación de Dios con el juicio final: 

No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: «Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor». Ro. 12.19;  

¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas y vuestras ropas, comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos y su moho testificará contra vosotros y devorará del todo vuestros cuerpos como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días finales. El jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros clama, y los clamores de los que habían segado han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra y sido libertinos. Habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, sin que él os haga resistencia. 

Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor se acerca. Stg. 5.1–8. 

La segunda pregunta: "¿por qué tantas veces el desastre recae sobre los que temen a Dios?" se responde de diferentes maneras. Se afirma:  

  1. que el justo será vindicado cuando llegue el día de visitación para el inicuo: Sal. 37;  

Serán para mí especial tesoro,  

dice Jehová de los ejércitos,  

en el día en que yo actúe.  

Los perdonaré  

como un hombre perdona al hijo que lo sirve.  

Entonces os volveréis  

y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo,  

entre el que sirve a Dios y el que no le sirve».  

«Ciertamente viene el día, ardiente como un horno,  

y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa.  

Aquel día que vendrá, los abrasará,  

dice Jehová de los ejércitos,  

y no les dejará ni raíz ni rama. 

Mas para vosotros, los que teméis mi nombre,  

nacerá el sol de justicia  

y en sus alas traerá salvación. 

Saldréis y saltaréis como becerros de la manada.  

Pisotearéis a los malos,  

los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies  

en el día en que yo actúe,  

dice Jehová de los ejércitos. Mal. 3.13–4.3 

  1. que, mientras tanto, el sufrimiento es valioso como disciplina emanada de Dios  

No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová,  

no te canses de que él te corrija,  

porque Jehová al que ama castiga,  

como el padre al hijo a quien quiere. Pr. 3.11ss;  

Antes que fuera yo humillado,  

descarriado andaba;  

pero ahora guardo tu palabra…  

Bueno me es haber sido humillado,  

para que aprenda tus estatutos. Sal. 119.67, 71 

  1. que el sufrimiento, cuando se lo soporta fielmente, aun cuando no se lo comprenda, glorifica a Dios y al final es fuente de bendición (Job 1–2; 42);  
  1. que la comunión con Dios es el bien supremo, y que para los que la disfrutan en definitiva no tiene importancia el empobrecimiento externo: 

pues he sido azotado todo el día  

y castigado todas las mañanas 

Con todo, yo siempre estuve contigo;  

me tomaste de la mano derecha. Sal. 73.14, 23ss;  

Aunque la higuera no florezca  

ni en las vides haya frutos,  

aunque falte el producto del olivo  

y los labrados no den mantenimiento,  

aunque las ovejas sean quitadas de la majada  

y no haya vacas en los corrales,  

con todo, yo me alegraré en Jehová,  

me gozaré en el Dios de mi salvación. 

Jehová, el Señor, es mi fortaleza;  

él me da pies como de ciervas 

y me hace caminar por las alturas. Hab. 3.17ss. 

En el NT ya no es problema el hecho de que los creyentes sufran malos tratos y circunstancias adversas, ya que se reconoce que la participación en los sufrimientos de Cristo es fundamental para la vocación cristiana: 

El discípulo no es más que su maestro ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¡cuánto más a los de su casa! Mt. 10.24s;  

Si el mundo os odia, sabed que a mí me ha odiado antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os odia. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: "El siervo no es mayor que su señor". Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Pero todo esto os harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. Jn. 15.18ss;  

Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo. Jn. 16.33;  

porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre. Hch. 9.16;  

confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándolos a que permanecieran en la fe y diciéndoles: «Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios». Hch. 14.22;  

Quiero conocerlo a él y el poder de su resurrección, y participar de sus padecimientos hasta llegar a ser semejante a él en su muerte, si es que en alguna manera logro llegar a la resurrección de entre los muertos. Fil. 3.10ss;  

 Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciera. Al contrario, gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois ultrajados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, por lo que hace a ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado. Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, ladrón o malhechor, o por entrometerse en lo ajeno; pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y  

«Si el justo con dificultad se salva,  

¿ qué pasará con el impío y el pecador?».  

De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador y hagan el bien. 1 P. 4.12–19 

Este reconocimiento, junto con los principios veterotestamentarios anteriormente mencionados, eliminó completamente el "problema del sufrimiento" para los primeros cristianos.  

Al conocer algo de su gloriosa esperanza: 

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarchitable, reservada en los cielos para vosotros,  que sois guardados por el poder de Dios, mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo final. Por lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que, sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro (el cual, aunque perecedero, se prueba con fuego), sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. Vosotros, que lo amáis sin haberlo visto, creyendo en él aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso, obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas. 

Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo y las glorias que vendrían tras ellos. A estos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.1 P. 1.3ss 

y considerando el poder fortalecedor y sostenedor de Cristo: 

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación. Pero si somos atribulados es para vuestra consolación y salvación; o si somos consolados es para vuestra consolación y salvación, la cual se realiza en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación.  

Hermanos, no queremos que ignoréis acerca de la tribulación que nos sobrevino en Asia, pues fuimos abrumados en gran manera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos. Él nos libró y nos libra y esperamos que aun nos librará de tan grave peligro de muerte. Para ello contamos con vuestras oraciones a nuestro favor; y así, siendo muchos los que interceden por nosotros, también serán muchos los que darán gracias por el don concedido a nosotros. 2 Co. 1.3ss;  

Y me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad». Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. 2 Co. 12.9s,  

Basados en todo lo anterior podemos todos los cristianos afrontar contentos cualquier situación 

No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Fil. 4.11 al 13 

y también podemos y debemos regocijarnos ante la adversidad 

¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada? Como está escrito:  

«Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;  

somos contados como ovejas de matadero». 

Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.  

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro. Ro. 8.35ss 

confiados de que por medio de la adversidad el Padre amoroso nos está: 

  • disciplinando en santidad 

 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo:  

«Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor  

ni desmayes cuando eres reprendido por él,  

porque el Señor al que ama, disciplina, 

y azota a todo el que recibe por hijo». 

Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, no hijos. Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero este para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados. He. 12.5–11  

  • perfeccionando nuestro carácter cristiano 

Hermanos míos, gozaos profundamente cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Pero tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna. Stg. 1.2ss;  

Pero el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. 1 P. 5.10;  

por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no nos defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Ro. 5.2ss.  

  • probando la realidad de nuestra fe 

para que, sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro (el cual, aunque perecedero, se prueba con fuego), sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo. 1 P. 1.7.  

  • y de esa manera madurándonos para la gloria: 

Al contrario, gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. 1 P. 4.13 

En todas las cosas obra Dios para el bien espiritual de su pueblo (Ro. 8.28), y les provee todas las cosas materiales que necesitan para su peregrinación terrenal (Mt. 6.25–33; Fil. 4.19). 

La creencia en la providencia divina determina muchas de las actitudes básicas de la comportamiento cristiano 

El conocimiento de que Dios determina las circunstancias de la vida enseña a los fieles a esperar en él, con humildad y paciencia, su vindicación y liberación: 

Quieras, Jehová, librarme;  

Jehová, apresúrate a socorrerme.  

Aunque yo esté afligido y necesitado,  

Jehová pensará en mí.  

Mi ayuda y mi libertador eres tú.  

¡Dios mío, no te tardes! Sal. 40.13 y 17 

Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia y afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor se acerca. 

Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; el Juez ya está delante de la puerta. Hermanos míos, tomad como ejemplo de aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor. Nosotros tenemos por bienaventurados a los que sufren: Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin que le dio el Señor, porque el Señor es muy misericordioso y compasivo. Stg. 5.7ss;  

Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte a su debido tiempo. Echad toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 1 P. 5.6s.  

No les permite abatirse o desesperar (Sal. 42–43), y les infunde coraje y esperanza cuando pasan por dificultades (Sal. 60; 62). Les inspira todas las plegarias en procura de ayuda, o las alabanzas por todo lo bueno que se disfruta. 

d. La providencia y la libertad humana 

Dios gobierna los corazones y las acciones de todos los hombres: 

Como aguas que se reparten  

es el corazón del rey en la mano de Jehová:  

él lo inclina hacia todo lo que quiere. Pr. 21.1;  

Durante siete días celebraron con regocijo la fiesta solemne de los Panes sin levadura, por cuanto Jehová los había alegrado, y había dispuesto el corazón del rey de Asiria favorablemente hacia ellos, a fin de fortalecer sus manos en la obra de la casa de Dios, del Dios de Israel. Esd. 6.22. 

A menudo Dios gobierna los corazones y las acciones de los hombres para sus propios fines, fines que el hombre ni siquiera sospecha: 

Ahora, pues, no os entristezcáis ni os pese haberme vendido acá, porque para salvar vidas me envió Dios delante de vosotros. Pues ya ha habido dos años de hambre en medio de la tierra, y aún quedan cinco años en los cuales no habrá arada ni siega. Dios me envió delante de vosotros para que podáis sobrevivir sobre la tierra, para daros vida por medio de una gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre del faraón, por señor de toda su casa y por gobernador en toda la tierra de Egipto. Gn. 45.5–8;  

Vosotros pensasteis hacerme mal, pero Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener con vida a mucha gente. Gn. 50.20;  

¡Ay de Asiria! Vara y bastón de mi furor,  

en su mano he puesto mi ira. 

La mandaré contra una nación pérfida; 

contra el pueblo de mi ira la enviaré,  

para que quite los despojos y arrebate la presa,  

y lo ponga para ser pisoteado como lodo de las calles; Is. 10.5ss;  

Yo soy el que dice de Ciro: "Es mi pastor  

y cumplirá todo lo que yo quiero,  

al decir a Jerusalén: 'Serás edificada',  

y al Templo: 'Serán puestos tus cimientos' "».  

Encargo de Dios para Ciro 

«Así dice Jehová a su ungido, 

a Ciro, al cual tomé yo por su mano derecha  

para sujetar naciones delante de él  

y desatar lomos de reyes;  

para abrir puertas delante de él,  

puertas que no se cerrarán:  

Yo iré delante de ti  

y enderezaré los lugares torcidos;  

quebrantaré puertas de bronce  

y haré pedazos cerrojos de hierro.  

Te daré los tesoros escondidos  

y los secretos muy guardados,  

para que sepas que yo soy Jehová,  

el Dios de Israel,  

que te pongo nombre.  

Por amor de mi siervo Jacob,  

de Israel, mi escogido,  

te llamé por tu nombre;  

te puse un nombre insigne,  

aunque no me has conocido. Is. 44.28–45.4;  

Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo:  

—Vosotros no sabéis nada, ni os dais cuenta de que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.  

Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Jn. 11.49ss;  

porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes, que no conocían a Jesús ni las palabras de los profetas que se leen todos los sábados, las cumplieron al condenarlo. Sin hallar en él causa digna de muerte, pidieron a Pilato que se le matara.  Y cuando cumplieron todas las cosas que de él estaban escritas, lo bajaron del madero y lo pusieron en el sepulcro. Hch. 13.27ss 

El control de Dios es absoluto, en el sentido de que el hombre hace sólo lo que él ha dispuesto que debe hacer; y, sin embargo, el hombre es un agente completamente libre, en el sentido de que sus decisiones son suyas propias, y que es moralmente responsable de lo que hace: 

»Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal, porque yo te mando hoy que ames a Jehová, tu Dios, que andes en sus caminos y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová, tu Dios, te bendiga en la tierra a la cual vas a entrar para tomarla en posesión. Pero si tu corazón se aparta y no obedeces, te dejas extraviar, te inclinas a dioses ajenos y los sirves, yo os declaro hoy que de cierto pereceréis; no prolongaréis vuestros días sobre la tierra adonde vais a entrar para tomarla en posesión tras pasar el Jordán. A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, de que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia, amando a Jehová, tu Dios, atendiendo a su voz y siguiéndolo a él, pues él es tu vida, así como la prolongación de tus días, a fin de que habites sobre la tierra que juró Jehová a tus padres, Abraham, Isaac y Jacob, que les había de dar». Dt. 30.15ss.  

Sin embargo, debemos hacer una distinción entre el hecho de que Dios permite que los pecadores practiquen el mal que deliberadamente han elegido 

Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón;  

caminaron en sus propios consejos.  

¡Si me hubiera oído mi pueblo!  

¡Si en mis caminos hubiera andado Israel!  

En un momento habría yo derribado a sus enemigos  

y habría vuelto mi mano contra sus adversarios». Sal. 81.12s;  

En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar por sus propios caminos; si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. Hch. 14.16;  

Por lo cual, también los entregó Dios a la inmundicia, en los apetitos de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. 

Por eso Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aun sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Del mismo modo también los hombres, dejando la relación natural con la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.  

Como ellos no quisieron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no deben. Ro. 1.24–28. 

Y su obra de gracia, que consiste en lograr que su pueblo haga y quiera hacer lo que el manda (porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad. Fil. 2.13); porque en el primer caso (Dios permite que los pecadores practiquen el mal que deliberadamente han elegido), según la regla bíblica del juicio, la culpa del mal cometido recae enteramente sobre el pecador: 

A la verdad el Hijo del hombre va, según lo que está determinado; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado! Lc. 22.22;  

a este, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándolo. Hch. 2.23;  

El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y negasteis delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad. Pero vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diera un homicida, y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios resucitó de los muertos, de lo cual nosotros somos testigos. Por la fe en su nombre, a este, que vosotros veis y conocéis, lo ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a este esta completa sanidad en presencia de todos vosotros. 

»Pero ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. Pero Dios ha cumplido así lo que antes había anunciado por boca de todos sus profetas: que su Cristo habría de padecer. Así que, arrepentíos y convertíos para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de consuelo, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado. Hch.  3.13–19. 

Mientras que en el segundo caso (lograr que su pueblo haga y quiera hacer lo que el manda) debe darse a Dios la alabanza por el bien realizado: 

Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; aunque no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo. 1 Co. 15.10. 

Resumen sobre la providencia 

Dios no sólo es el creador de todas las cosas sino que continuamente sostiene y gobierna toda su creación. Se habla de Cristo como el que… 

sustenta todas las cosas con la palabra de su poder (Heb 1:3).  

Todas las cosas en él subsisten (Col 1:17).  

Nehemías declara en frases magníficas la preservación y gobierno de todas las cosas por Dios:  

Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran. Tú eres, oh Jehová, el Dios que escogiste a Abraham, y lo sacaste de Ur de los Caldeos, y le pusiste el nombre de Abraham (Neh 9:6, 7). 

Job dedica el mismo loor a Dios:  

Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; a las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán; o habla a la tierra, y ella te enseñará; los peces del mar te lo declararán también. ¿Qué cosa de todas estas no entiende que la mano de Jehová la hizo? En su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género humano (Job 12:7–10). 

La providencia general de Dios en sostener los procesos de la naturaleza y cuidar de sus criaturas no humanas se usa como un argumento para la fe en la providencia especial de Dios hacia sus hijos:  

Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? (Lc 12:24).  

Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? … Si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? (Mt 6:26, 30). 

La providencia de Dios incluye todo el poder para cumplir su voluntad entre las naciones de la tierra, sea por milagro o por causas naturales. Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos (Dn 2:21). 

La providencia de Dios incluye las reacciones de la mente humana. Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia (Sal 119:36). Encomienda a Jehová tus obras y tus pensamientos serán afirmados…. El corazón del hombre piensa su camino; mas Jehová endereza sus pasos (Prv 16:3, 9).  

La providencia de Dios a través de causas secundarias y de acontecimientos naturales es de tal naturaleza que sus siervos pueden dar testimonio de «hasta aquí nos ayudó Jehová» 

Entonces dijeron los hijos de Israel a Samuel: No ceses de clamar por nosotros a Jehová nuestro Dios, para que nos guarde de la mano de los filisteos. Y Samuel tomó un cordero de leche y lo sacrificó entero en holocausto a Jehová; y clamó Samuel a Jehová por Israel, y Jehová le oyó. Y aconteció que mientras Samuel sacrificaba el holocausto, los filisteos llegaron a pelear con los hijos de Israel. Mas Jehová tronó aquel día con gran estruendo sobre los filisteos, y los atemorizó, y fueron vencidos delante de Israel. Y saliendo los hijos de Israel de Mizpa, siguieron a los filisteos, hiriéndolos hasta abajo de Betcar. Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová. (1 S 7:8–12). 

Aunque la gracia de Dios se ofrece siempre a todos los hombres (Hch 10:34, 35), el cauce principal de la revelación histórica y de bendición para el mundo, por la mediación de Israel y la Iglesia, es un tema principal de las Escrituras (ver Ro 3:1, 2; 9:3–6; 11:1; 1 Tim 3:15). Para este fin, a veces Dios actúa en eventos y procesos no reconocidos (Is 40:1–5; 44:28; 45:4). 

Los científicos cristianos se quejan a veces de que los fundamentalistas tienden a invocar lo sobrenatural cuando hay lapsos en el conocimiento científico, y hay cristianos que se ven confundidos cuando los científicos salvan esos lapsos con pruebas y datos. Un mero «Dios de los Lapsos» puede ser tan dañino como el panteísmo mecánico. Lo verdaderamente milagroso en el cristianismo no es oscurecido, sino más bien magnificado, por el reconocimiento de la fidelidad providencial de Dios en los procesos regulares de la naturaleza. 


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Generalidades de la Escatología Bíblica

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